En los últimos años el
GPS, ese pequeño dispositivo para el coche que se encarga de orientarnos hacia
una determinada dirección llevándonos hacía el lugar deseado, se ha convertido
casi en imprescindible para aquellos que deciden emprender un viaje a un lugar desconocido
y del que no tienen referencia alguna de cómo llegar, si esto mismo lo llevamos
al mundo de la mediación nos encontramos con ciertos parecidos; el mediador cuando
es solicitado por una o varias partes
para que gestione un determinado conflicto que está sucediendo, no tiene
referencia alguna de la naturaleza,
intereses, problemas subyacentes, factores externos, en definitiva, no tiene
orientación alguna de qué se va a
encontrar en el trascurrir del procedimiento que está a punto de empezar y como
debe conducir las sesiones para alcanzar el destino pretendido de acuerdo con
la actitud que mostrarán las partes del procedimiento. No obstante, al igual
que cuando disponemos del GPS para emprender un viaje hacia un determinado
lugar que no conocemos, el mediador tiene una serie de herramientas que le
permiten situarse y seguir el camino correcto en el transcurrir de una buena
mediación.
El mediador no tiene
satélites que determinen cual debe ser la dirección a escoger pero tiene una
serie de herramientas de las que se puede valer igualmente para ubicarse y
orientar el hilo de la mediación, esas herramientas tan preciadas nos son dadas
en parte por los mediados pero para hacer buen uso de ellas debemos estar muy
atentos y desarrollar una serie de actitudes durante todo el procedimiento de
mediación. Esas herramientas o factores a tener en cuenta se pueden resumir en las siguientes:
La
escucha.
El dispositivo GPS para
buscar su posición escucha las señales que
emiten los satélites, de esas señales el GPS sólo tiene en cuenta las que
considera importantes y verdaderas para la ubicación del vehículo (Efemérides),
es decir, desecha parte de la información
recibida por considerarla inexacta o no útil para el caso. Igualmente el
mediador recibe de las partes en conflicto una gran información de todo tipo,
de la que deberá seleccionar la que considere especialmente importante para el
caso y desechar la demás; la mayoría de las veces, buena parte de esa
información sustancial o básica no será transmitida espontáneamente por los
mediados sino que será el mediador el que tendrá que ir a su búsqueda y para
ello se valdrá de numerosas herramientas ( analizar gestos, miradas, palabras,
realizar preguntas abiertas, utilizar diferentes técnicas como la del espejismo, la del ajedrez o la de
sembrar dudas, parafrasear, etc.). En definitiva, como diría un famoso
ensayista español “lo importante no es escuchar lo que se dice sino averiguar
lo que se piensa”.
La planificación del
viaje.
Una vez que tenemos toda la información
que consideramos valiosa y necesaria tenemos que estructurar el procedimiento
en base a esa información inicial, el GPS hace ese procedimiento mediante la
llamada sincronización en la que ajusta cual es la distancia exacta a un
objetivo en base a operaciones de prueba y error; el mediador también tiene que
ordenar su procedimiento de mediación en varias fases dependiendo de la
información inicial que haya recogido de las partes y de las distintas
hipótesis que haya establecido en base a ella. Dependiendo de las vicisitudes
de cada caso el mediador tendrá que crear un determinado “planning de trabajo u
hoja de ruta” es decir, tendrá que ordenar todo el procedimiento en sesiones en
las que deberá establecer un orden y coherencia en los temas a tratar en cada
sesión, estableciendo unos objetivos para cada fase, según resulte tras
analizar la propia genealogía del conflicto. En definitiva, debemos en esta
fase optar por la ruta que nos resulte más cómoda y segura.
El modelo de navegación
Una vez que tenemos la información y
hemos elegido la ruta, ahora debemos programar como queremos que se desarrolle
nuestro asistente en viaje, tenemos varias opciones: modelo transformativo, el
modelo de Harvard, el modelo circular narrativo o el más original, el creativo
o mágico. Es muy importante elegir el correcto después de haber sopesado todos
los posibles, ya que debemos elegir el que mejor se adapte a nuestra situación,
siendo recomendable siempre los modelos que acrecienten la capacidad de
comunicación entre las partes, ya que de eso dependerá en buena medida el buen
fin de la mediación.
La llegada al destino
Casi siempre la llegada al destino
elegido suele ser motivo de desahogo y entusiasmo, tras haber dejado ya horas y
horas de viaje incómodo y pesado; en mediación la llegada al destino final del
proceso que se cierra con el acuerdo final entre los mediados, tiene que ser la
derivación natural, lo más parecida posible a lo diseñado por el mediador en la
fase de la planificación del proceso. Es quizás la fase más peligrosa, porque
es la hora de montar todo lo hablado y acordado hasta el momento, por lo que
debemos haber consolidado previamente unas bases sólidas en las que sustentarse
el acuerdo final. Ese acuerdo debe aparecer claramente clarificado y ordenado,
de forma que las partes sepan perfectamente a que se comprometen y cuál es el
límite a lo pactado, el contrato de acuerdo final entre los mediados debe ser
una revisión y definición de lo ya zanjado durante las sesiones de forma que no
haya lugar a más debates e interpretaciones a lo ya dicho. Ante todo, eso sí,
el acuerdo tiene que tener previsión de futuro y estar sujeto a posibles cambios normales que puedan
darse lugar por el transcurso del tiempo. Por último, a título de consejo, el
que sean las propias partes las que lean el acuerdo una vez terminado aumenta
la sensación de compromiso y aceptación del mismo de cara al futuro.
Una cosa hay que tener en cuenta, mientas el
GPS nos avisa del fin de viaje y llegada a nuestro destino, en el proceso de
mediación tendrá que ser el mediador, llevado por su conocimiento y análisis
sobre el desencadenamiento de las distintas fases del proceso, el que decida
poner fin al mismo en el momento que considere oportuno, por lo que tendrá que
realizar un juicio de discrecionalidad para decidir cuál es el mejor de los
posibles.
Por último, unos consejos
para realizar el viaje de formas más cómoda
- - Tenga una buena preparación inicial, pero sobre todo una
gran actitud para afrontar con optimismo el transcurrir del mismo.
-
- No se precipite, en este caso el tiempo y la prudencia son
factores que pueden jugar a su favor.
- -
Elija bien el destino y si comete algún error tenga la capacidad
de afrontarlo y salir de él con habilidad y acierto.
- -
Despierte emotividad y sentimientos, son puntos de interés en nuestro viaje.
-
- Deje los prejuicios, tecnicismos y formalidades a un lado,
abra su corazón y sus sentidos, este viaje es para disfrutarlo.
- -
Escuche a los partes y analice los gestos, aprenderá un mundo nuevo de comunicación.
- - Siéntase cómodo y haga sentir cómodos a los restantes viajeros, todo
el viaje será mucho más agradable y gratificante.
- - No
tire la toalla si las cosas no salen como esperaba, lo principal es
sentir la sensación de haber hecho lo correcto y haber contribuido
a hacer el camino más fácil a los demás.
- -
Huya de las malas formas, muéstrese asertivo e inculque la
palabra como eje motor del viaje.
- -
Deje a los acompañantes libertad para decidir lo que más le
convengan, descubra cuáles son sus principales pretensiones, muéstrese comprensivo y optimista con sus
elecciones y hágales reflexionar sobre
sus opciones, seguro que escogen la mejor para sus intereses.
En definitiva, el GPS
del mediador es la información que recibimos del conflicto que tenemos que
mediar, si somos atentos y audaces podemos encontrar una gran cantidad de indicadores a modo de satélites
que implícitamente nos dan una información
primordial para entender las posturas, intereses y objetivos de las partes en
conflicto, y todo ello, para poder hallar el mejor destino posible al maravilloso viaje de
la mediación.